miércoles, 18 de septiembre de 2013

Alegoria de la planta

Nadie imaginaría como algo tan insignificante es capaz de acabar con cosas tan importantes. Tal vez nunca nos lo pusimos a pensar, pareciera que recapacitamos una vez que ocurren los echos.
Así fue, una mañana cualquiera, traducida en algo repetitivo ya que todos los domingos acostumbrábamos a juntarnos en familia en la casa de mi abuela y hablar de cosas, las cuales no me interesaban.
Cierto domingo llegue a sacar ciertas conclusiones, pero fueron gracias a mi hermanito, de 5 años.
Mi abuela tenia un jardín hermoso, lleno de flores coloridas y el sol, cada vez que iluminaba, lo hacia resplandecer.
Sin embargo, una de sus plantas era diferente al resto.
Mientras todas brillaban, esta se opacaba y pedía su brillo. Era como oponer el día de la noche.
Mi hermano, que por cierto se interesaba en todo lo que ocurría, se encargó de ella durante mucho tiempo.
Cada domingo que visitábamos a mi abuela, se encargaba de regarla  para que se florezca y pueda permanecer firme.
Todo parecía marchar perfecto pero cierto día, una gran tormenta hizo que los sueños de mi hermano desbordaran por el piso. Por mas de que tratara de hacer lo posible para que la planta perdure, el viento y la lluvia se interpusieron en su camino.
El, al ser muy pequeño, sintió gran desilusión y no podía comprender cómo pudo destruirse la planta, siendo que el tanto la había cuidado. Fue ahí cuando juntos pudimos entender que cuando algo se debilita, es imposible volver al tiempo atrás, sólo buenos factores hacen que se mantengan en píe, pero un día cualquiera, una simple tormenta hace que todo termine.

Realizada por: Abigail Varela y Candela Molineris

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