Alegoriando

Explicación poco alegórica.
Durante la lectura de los cuentos, entendiendo que algunos de ellos decían más de lo que decían; o sea que funcionaban como alegoría de otra realidad. Se le pidió a los alumnos que construyan alegorías que refiriendo a una realidad hablen también de otra. De esa consigna salieron estos textos.

EL INVERNADERO por Milena Forni
Me encantaba ver a mi mamá trabajar en el jardín trasero y cómo se empeñaba en ello.
Jamás me llamaron la atención todos esos sermones que me daba sobre plantas, flores, frutos, insecticidas orgánicos y bichos que dañan los cultivos.
Pero un día todo cambió. Y no para bien sino todo lo contrario.
Mi hermano y yo estábamos jugando a la pelota, muy cerca de sus preciadas flores, ignorando las advertencias de mamá. Y en ese momento ocurrió. Volaron hojas, flores, tallos y raíces de aquí para allá, la pelota había arrasado con todo, sin dejar nada a su paso.
     A partir de ese día, nada fue como antes. Mamá construyó una especie de invernadero, obligando a las plantas y a todo aquel que estuviese ahí dentro, a soportar el calor, consecuencia de aquella tragedia.

LOS CHICOS DEL BARRIO por Sviezzi y Duin
En la calle habían vivido desde hacía muchos años niños de edades similares (entre 9 y 10 años). Como sus madres habían sido amigas desde siempre ellos se conocieron también y siempre se juntaban a jugar.
Jugaban al fútbol, a las escondidas, a la mancha y a muchos juegos más, y nunca se peleaban, o si lo hacían, no les duraba mucho el enojo.
Un día, una familia muy adinerada, se mudó al barrio, entre la familia se encontraba un adolescente de unos 14 años llamado José.
Él era muy sociable, pues, había pasado una semana y este ya se había hecho amigo de todos los niños de la calle.
El problema, ahora, era que cada vez que jugaban a cualquier juego, el ponía nuevas reglas que lo favorecían o hacia trampa para ganar, solo porque era un poco mayor. Esto a los niños los hacia enojar mucho pero nunca se quejaron, no sé si por su condición de menores o porque pensaban que los iba a golpear, la verdad que estos eran muchos más que dos y José no era tan fuerte como para tenerle miedo.
Pero un día jugando al fútbol  el grandulón, hizo caer a un niño del otro equipo, y este, llorando, huyo a su casa.
Todos los otros niños sintieron tanta empatía y bronca que, juntos, lograron  golpearon a José.
El empezó a respetarlos y no jugo más con ellos, o si lo hacía, ya no con trampa.
    
EL CARIBE.
En Buenos aires, vivía muy unidos con su madre viuda, Pablo, un joven de unos 20 años que estudiaba medicina, él era muy aplicado y atento.
Su madre pagaba sus estudios con el alquiler de un pedazo de la casa, vivía aquí otro joven, amigo de Pablo, llamado José, que trabajaba en una agencia de viajes.
Últimamente Pablo había tenido que estudiar muchísimo para sus pruebas y por eso se lo veía exhausto y nervioso, pero era verano y se le acercaban unas pequeñas vacaciones.
José decide sorprenderlo con un gran regalo, un viaje a El Caribe por una semana. Pablo eternamente agradecido pasa la mejor semana de su vida, se enamora de las playas, las comidas, la gente, etc. Pero al volver a Buenos Aires, se lo veía peor que antes, muy enojado y deprimido, él quería volver, pero José no podía regalarle otro viaje.
Decide entonces gastar todos sus ahorros e irse a la isla por un mes. Allí era otra persona, muy amable, gracioso, espontaneo, siempre contento.
Se acabó el mes y volvió a la provincia. Aquí, nada podía hacerlo reír, él solo quería volver a visitar ese clima cálido y esos paisajes hermosos. Se encontraba muy derrotado y deprimido entonces decide robarle el dinero que su madre había estado ahorrando para sus estudios y vuelve al caribe.
Su madre entonces llama a la policía. Allí la policía lo arresta y Pablo terminó viviendo en una cárcel, deseando pero nunca más volviendo al Caribe.

UN CUENTO VIOLENTO.
Se acercaba navidad y Ezequiel, un niño de unos 8 años, un tanto mal criado, pidió de regalo, un gatito.
La noche llego y el abrió muchos regalos, entre ellos, ropa, juegos, juguetes, etc. Pero ninguno le gustó tanto como la hermosa gatita Katy; así la llamó, sus ojos verdes y su pelo gris oscuro la hacían ver muy elegante.
Ezequiel se enamoró de ella, la llevaba a todos lados, la acariciaba, peinaba y bañaba todos los días, cosa que a ella no le gustaba mucho, pero él decía sin importarle que ya se acostumbraría.
Su madre muchas veces lo retó porque veía en el niño una actitud autoritaria, no dejaba vivir a ese animal tranquilo, siempre estaba ‘jugando’ con ella, pero la cosa se ponía brusca y él se violentaba, en otras ocasiones cuando ella se iba a pasear, o incluso cuando se dejaba acariciar por otra persona él se ponía tan furioso que se encerraba en su cuarto por horas.
Un día el niño jugando con ella, se sentó sobre su cola, ella reaccionó con un maullido muy fuerte y un arañazo en la cara del niño, a lo cual, este se enojó y la golpeo tan fuerte que el felino dejó de respirar.
Acude corriendo rápidamente a su madre con el animal sobre sus brazos, agitado, asustado y con los ojos llenos de lágrimas, pero ya era tarde. Esa misma noche enterraron su cuerpo muy lejos de su casa.

EL CUMPLEAÑOS DE LAUTI por Julieta Strada
Era el 26 de septiembre, la fecha de cumple de Lautaro, su mamá Verónica la había preparado una fiesta e invitado a todos sus compañeros y amigos, los cuales no faltó ni uno, a pasar una tarde diferente llena de juegos, golosinas y diversión de todo tipo.
Luego de apagar las diez velitas, llegó el momento tan esperando, que era el de “romper la piñata” como así lo llamaban, una tradición en los cumpleaños infantiles. El juego consistía en taparse los ojos con alguna cinta donde no se pudiese ver lo que se estaba haciendo, agarrar un palo o bastón y comenzar a darle golpes a la piñata, que estaba llena de golosinas y pequeños juguetes que los chicos deseaban con tanto entusiasmo.
La fiesta había terminado, A todos los chicos le habían dado una sorpresita y todos los padres ya  estaban esperando la salida de sus hijos.

Verónica y Lauti se habían quedado solos…“Este día nunca me lo voy a  olvidar”- dijo Lauti.

AMORES QUE MATAN por Lucía Cagliero y Valentina Mensa
Cuando te conocí tenía 16 años, fuimos presentados por un tío que decía ser mi amigo, fue amor a primera vista. Con el tiempo nos fuimos conociendo, ella realmente me gustaba, me enloquecía, no podía pensar cómo sería vivir sin ella. Se transformó en parte de mi mundo. Pero fue un amor prohibido, mis padres no la aceptaban, ellos sufrían, veían que me estaba lastimando, mi amor por ella era tan grande que nunca quise escuchar las cosas que me decían.
Por su culpa mis problemas eran cada vez más grandes, una mañana llegué al colegio y golpeé a uno de mis compañeros por hablar mal de ella. Fui expulsado.
Mis padres me prohibieron verla y fue ahí cuando comenzamos a vernos a escondidas, cuando no había nadie en casa o en lugares donde sabía que mis padres no nos buscarían. Ellos se dieron cuenta que seguía en contacto con ella, yo no podía permitir que me la apartaran, yo la amaba.
Destrocé el coche, rompí todo dentro de casa y casi maté a mi hermana, me volví un peligro para mi familia, estaba loco, la necesitaba.
Pasaron muchos años para que me diera cuenta que ella realmente me lastimaba, hoy tengo 30 años, estoy internado en un hospital, soy inútil y voy a morir. Fui abandonado por mis padres, a los que nunca escuche, por mis amigos y por ella, a la que le debo mi amor, mi vida, mi destrucción y mi muerte.

LA PLANTA por Larisa Astrada
En una maceta hay un ficus plantado, lindo, con hojas, de raíces profundas,con un tronco firme, etc...
Tiempo después, junto al ficus nace una hiedra,la cual también es una planta, mala para cualquier otra, lo único que hace es enfermarlas y deteriorarlas con el paso del tiempo.

LA PLANTA por Abigail Varela y Candela Molineris
Nadie imaginaría como algo tan insignificante es capaz de acabar con cosas tan importantes. Tal vez nunca nos lo pusimos a pensar, pareciera que recapacitamos una vez que ocurren los echos.
Así fue, una mañana cualquiera, traducida en algo repetitivo ya que todos los domingos acostumbrábamos a juntarnos en familia en la casa de mi abuela y hablar de cosas, las cuales no me interesaban.
Cierto domingo llegue a sacar ciertas conclusiones, pero fueron gracias a mi hermanito, de 5 años.
Mi abuela tenia un jardín hermoso, lleno de flores coloridas y el sol, cada vez que iluminaba, lo hacia resplandecer.
Sin embargo, una de sus plantas era diferente al resto.
Mientras todas brillaban, esta se opacaba y pedía su brillo. Era como oponer el día de la noche.
Mi hermano, que por cierto se interesaba en todo lo que ocurría, se encargó de ella durante mucho tiempo.
Cada domingo que visitábamos a mi abuela, se encargaba de regarla  para que se florezca y pueda permanecer firme.
Todo parecía marchar perfecto pero cierto día, una gran tormenta hizo que los sueños de mi hermano desbordaran por el piso. Por mas de que tratara de hacer lo posible para que la planta perdure, el viento y la lluvia se interpusieron en su camino.
Él, al ser muy pequeño, sintió gran desilusión y no podía comprender cómo pudo destruirse la planta, siendo que el tanto la había cuidado. Fue ahí cuando juntos pudimos entender que cuando algo se debilita, es imposible volver al tiempo atrás, sólo buenos factores hacen que se mantengan en píe, pero un día cualquiera, una simple tormenta hace que todo termine.

EL CHEQUE por Victoria Juárez
En un pequeño pueblo de Colombia vivía un matrimonio con una posición económica muy alta. Se dedicaban a los negocios. Tenían guardados gran cantidad de cheques de un alto valor.
Un día Juan y Ana decidieron ir a la ciudad para cobrar uno de los cheques en el Banco.
Con el pasar de los años ese mismo cheque, endosado varias veces, circuló de mano en mano por toda América.

Las personas que emitieron ese cheque, jamás volvieron a saber del mismo.

EXCLUIDOS por Camila Piola
Nuestra escuela organizaba un juego que consistía en que cada curso debía investigar sobre algún descubrimiento científico en los últimos tiempos, y en una semana se haría la presentación en frente de todo el alumnado.
Como siempre, en todo grupo, estaban los “populares”, ellos se encaban de todo, no nos dejaban colaborar mucho, o no aceptaban nuestras ideas. Cansados de ser siempre excluidos por tener otro pensamiento, fuera del de ellos, decidimos ir a ayudar a otro curso que si nos escuchara.
Pasó esa semana y se realizó la presentación, nosotros por fin pudimos demostrar lo que hacíamos, por primera vez alguien nos valoraba, estábamos felices por eso.
Aunque, no les vamos a negar que detrás de toda esa felicidad estaba ese pensamiento que nos decía  que realmente hubiéramos preferido que los “nuestros” pudieran hacer lo que hicieron otros, que fue solamente escucharnos.

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